Foto: El Ing. Antonio Bonomo, en el año 1990, junto al Ing. Rubens Pocoví (izq.) y a alumnos de Ingeniería Química, durante una visita al complejo Campo Durán, Salta (imagen cedida por el Ing. Adolfo Riveros Zapata).
Por: Dr. Juan Pablo Gutiérrez y Dr. Emilio Almazán.
En la revista INGENIA, contamos con un espacio dedicado al legado y la inspiración, donde aquellos que formaron parte de nuestra querida Facultad de Ingeniería comparten sus experiencias y reflexiones para las nuevas generaciones. A través de estas entrevistas buscamos no solo preservar la historia de nuestra facultad, sino también inspirar a quienes hoy construyen su camino en la ingeniería con el testimonio de quienes dejaron huella en sus aulas, laboratorios y pasillos.
En esta segunda entrega, presentamos una entrevista al Ing. Antonio Bonomo, Ingeniero Químico egresado de nuestra casa de estudios, quien generosamente compartió con nosotros su vasta trayectoria, anécdotas entrañables y su visión sobre el futuro de la institución que lo vio transitar desde sus días como estudiante hasta su jubilación como Profesor Titular.
UNA MIRADA A LA ÉPOCA DE ESTUDIANTE
El Ing. Bonomo ingresó a la universidad en 1970, inscribiéndose en la carrera de Ingeniería Química, por entonces dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán. Antes de ser considerado alumno regular, debió asistir y aprobar un curso de ingreso. Las clases se dictaban en diferentes espacios de la ciudad: el actual Museo Histórico de la UNSa (calle Buenos Aires 177), el Laboratorio de Física (en La Rioja y Lavalle), y el Museo de Ciencias Naturales del Parque San Martín, donde realizó sus primeros trabajos prácticos.
“En 1972 nos trasladaron con los laboratorios y las clases teóricas a Castañares”, recuerda con claridad. El plan de estudios comprendía 36 asignaturas, con seis materias por año y hasta tres turnos de examen final tras regularizarlas. “La más compleja fue Química Orgánica, y las que más me atrajeron fueron las del área profesional específica”.
Su rutina de estudio era intensa: muchas horas de lectura y preparación de prácticos, incluso durante fines de semana. Formaba grupos de estudio y cultivó amistades duraderas. En sus tiempos libres, practicaba tiro deportivo, una pasión que traía desde la secundaria en la ENET N° 4.
También formó parte del primer centro de estudiantes, que funcionaba en un espacio cedido especialmente para ello. “Imprimíamos apuntes que mecanografiábamos en hojas de aluminio perforadas y luego pasaban por una máquina que los imprimía sobre papel”, rememora. Incluso montaron una pequeña librería para autofinanciarse.
Sobre el día a día de aquellos años, destacó: “No existía el Centro de Cómputos; las primeras calculadoras de mano las trajeron compañeros bolivianos cuando cursábamos Fenómenos de Transporte. Los prácticos requerían muchas horas y se usaba una regla de cálculo”. Tiempo después, pudo comprar una calculadora nacional básica. Para su trabajo final sobre la Producción de Anhídrido Maleico, usó una de las primeras computadoras de la UNSa: una PDP8. “Los cálculos se cargaban mediante una cinta de papel perforada y el teletipo imprimía los resultados como una máquina de escribir”.
Fotografía ilustrativa de la computadora PDP8.
(imagen compartida por el Ing. Bonomo).
DE INGENIERO A DOCENTE: LOS PRIMEROS PASOS
El 19 de mayo de 1978 se recibió de Ingeniero Químico. Con formación en Tecnología de los Alimentos, imaginó un futuro agroindustrial en el recién creado Parque Industrial. Aunque ese polo nunca se concretó, a los pocos meses fue invitado a sumarse como Jefe de Trabajos Prácticos (JTP) en la cátedra de Química Analítica, iniciando así su carrera docente universitaria. Cabe destacar que por ese entonces nuestro entrevistado ya contaba con experiencia docente, ya que había sido profesor de diferentes asignaturas de la ENET N° 4, lo cual le fue permitido gracias a poseer el título de Técnico Electromecánico de la ENET N°2.
Concursó y ganó el cargo de JTP en Química Analítica, “los concursos producen cierto grado de nerviosismo, concursé en numerosas oportunidades no tengo presente la cantidad; a medida que se va ganando experiencia la tranquilidad va ganando terreno”, nos compartió como experiencia. En los cursos de los primeros años la cantidad de alumnos es normalmente numerosa y en Química Analítica, en ese entonces, era de aproximadamente unos 20 a 25 alumnos, coexistían varones y mujeres.
“En la mayoría de mis materias, puedo decir que la participación de los alumnos en las clases teóricas normalmente fue escasa y en las clases prácticas, si se les da un empujoncito, hay buena participación destacándose algunos grupos”, comentó. Particularmente, recordó los trabajos prácticos de Operaciones Unitarias y Procesos en las cuales la participación era activa, en los últimos años se disponía del programa de cálculo MATHCAD que desafiaba e incentivaba a los estudiantes y se hacían seminarios con el análisis de algunos trabajos de investigación.
UNA TRAYECTORIA AL SERVICIO DE LA DOCENCIA Y LA INVESTIGACIÓN
El Ing. Bonomo tiene una vasta trayectoria a lo largo de su fructuoso paso por nuestra Facultad, fue Jefe de Trabajos Prácticos de Mecánica de los Fluidos, Ing. Química e Ing. Química I, Especialidad C en Alimentos. En 1982 ingresó como Profesional adjunto al CONICET, fue JTP dedicación exclusiva en Ing. Química II (actual Operaciones Unitarias II) desde 1988. En esa misma materia fue Profesor Adjunto dedicación exclusiva desde 1999 hasta que fue nombrado por concurso Profesor Asociado dedicación exclusiva en el año 2009. Finalmente se jubiló en 2018 como Profesor Titular dedicación exclusiva en Operaciones Unitarias II, cargo que tenía desde 2011. También tuvo a su cargo Operaciones Unitarias de la carrera de Técnico Universitario en Tecnología de los Alimentos durante aproximadamente 10 años y fue responsable de diferentes cursos de posgrado.
Participó en numerosos trabajos de investigación, cursos extracurriculares, transferencias de tecnología y en dos patentes.
Se desempeñó como representante de los Auxiliares docentes y los Profesores en el Consejo Directivo de la Facultad de Ingeniería.
En sus tareas de investigación fue responsable de la Planta Piloto de Tecnología de Alimentos, donde se desarrollaron la mayoría de sus trabajos, recordó el proyecto SOMASA cuyo objetivo era desarrollar alimentos a base de la mezcla maíz-soja y poder transferir la tecnología para su obtención a algún inversor. Se trabajó en conjunto con la Facultad de Ciencias de la Salud, particularmente con la carrera de Nutrición y el Laboratorio de Alimentos de la Facultad de Ingeniería. La cantidad de investigadores y docentes con los que trabajó fue numerosa, en ese sentido mencionó al Dr. Juan Carlos Gottifredi, a la Ing. Margarita Armada y su equipo, a la Lic. María Isabel Margalef también acompañada por su equipo, al Ing. Angel D´Ottavio, al Lic. Eduardo Antonelli y al Técnico Auxiliar de planta piloto de Alimentos Ricardo Burgos y en la parte administrativa a Elisa Martínez, “seguramente se me pasarán por alto otros nombres que no estoy recordando en este momento” finalizó.
Otro proyecto trascendente en el que trabajó, fue el de transmisión de tecnología que tenía como objetivo la transferencia de una planta piloto a la empresa Cooperativa Agropecuaria limitada (COTAGRO) ubicada en Córdoba, denominado Producción de Carbón Activado a partir de cáscara de maní.
En las instalaciones de la actual planta piloto de Ingeniería, que en ese entonces no contaba con los equipamientos actuales, participó en el diseño e instalación de un horno de calcinación que fue construido por una metalúrgica local y equipos auxiliares para purificación de los gases de combustión. También se realizó la ampliación de la superficie cubierta de la planta al suministro de energía eléctrica trifásica y la ampliación de la red de gas natural. El grupo de trabajo se formó con el Director del proyecto, el Dr. Juan Carlos Gottifredi, los Ingenieros Luis Cesar Romero, Horacio Flores, Elio Gonzo, Pedro Villagrán y los Técnicos Oscar Gamboni y Ricardo Burgos.
El Ing. Antonio Bonomo, en el año 2013, junto a docentes y alumnos de la materia Operaciones Unitarias II, durante una visita a la Planta de Ledesma SAAI (imagen cedida por la Ing. Silvia Zamora).
REFLEXIONES ACADÉMICAS Y UNA MIRADA HACIA EL FUTURO
Sobre su labor docente, destacó el valor de las plantas piloto (las de alimentos, beneficio de minerales y la Planta Piloto II) como recurso formativo, aunque señaló que en su tiempo hubo falencias en la actualización tecnológica de algunos equipos. “Faltaban reactores químicos y sistemas de control que permitieran una mejor formación práctica”.
Fue crítico respecto al contexto actual: “El nivel de las carreras ha disminuido, en parte por la falta de incentivos al docente, el aumento de cargos simples y la escasa jerarquización de algunos docentes”. Para él, los profesores con dedicación exclusiva son claves para la calidad educativa.
También reflexionó sobre el rol del estudiantado: “Parece haber una falta de curiosidad o dedicación. Como si la urgencia por cumplir reemplazara el deseo de aprender”. Aun así, reconoce que no se puede generalizar.
Al ser consultado sobre el porvenir de la Facultad y de la Ingeniería Química, expresó con convicción: “La carrera debe adaptarse a las nuevas tecnologías y orientar su enseñanza hacia procesos más innovadores y sostenibles”.
El Ing. Antonio Bonomo, en el año 2007, junto a los Ings. Lorgio Mercado Fuentes, Héctor Solá, Jorge Almazán y Lilian Matenella, durante una presentación en la Planta Piloto II de la Facultad de Ingeniería (imagen cedida por el Ing. Adolfo Riveros Zapata).
El Ing. Antonio Bonomo concluyó citando una frase que sintetiza su pensamiento:
“Si quieres estudiar Ingeniería Química será necesario que, aparte de tener gusto y facilidades para las ciencias exactas, también las tengas por la innovación, el aprendizaje constante y el desarrollo de nuevas tecnologías, ya que es una carrera en constante transformación”.